La reinvención de Jaldo

Por Martín Faciano

Ayer el gobernador Osvaldo Jaldo formalizó una decisión que tuvo alto impacto en el escenario político nacional. Movió sus piezas haciendo que las diputadas nacionales Gladys Medina, Elia Fernández de Mansilla y el diputado Agustín Fernández, abandonen el bloque de “Unión por la Patria”  y conformen el bloque “Independencia”. En el prólogo de la jugada, el diputado Agustín Fernández había puesto el gancho en el dictamen que el gobierno nacional de Javier Milei busca llevar al recinto para obtener la media sanción de la “Ley Ómnibus”.

Quizás si la salida de los diputados tucumanos del bloque opositor mayoritario, y la firma de Agustín Fernández en el dictamen, no hubiesen sido el mismo día del paro general de la CGT, la indignación del “peronismo kirchnerista” y de algunos referentes sindicales de peso, como Héctor Daer, no hubiese sido tan rimbombantes.

Lo cierto es que los hechos coincidieron, se conjugaron y Jaldo, continuando en su rol de gobernador dialoguista, acercando posiciones con miembros del gobierno nacional, apostó a ser el sujeto expreso y no el predicado en una negociación sin lugar para acuerdos tácitos. Una acción totalmente comprensible desde la pragmática del poder. Sobre todo si se tiene en cuenta que la gobernabilidad de la provincia (responsabilidad que recae exclusivamente en la figura del mandatario), está en gran parte supeditada a la sintonía de la relación entre el gobierno provincial y el nacional. Jaldo podrá dudar acerca de  si el Gobierno Nacional tiene actores o  interlocutores capaces de garantizar acuerdos, pero de lo que no tuvo dudas es sobre el acotado margen de acción que tiene para jugar a la resistencia con aguante que convidan algunos de sus pares con aspiraciones nacionales hacia 2027, como el bonaerense Axel Kicillof o el riojano Ricardo Quintela.

Cabe señalar que el desenlace hasta acá fue totalmente previsible. Semanas atrás Jaldo se despegó del beligerante comunicado de la Liga de Gobernadores del PJ (cada vez más reducida, dicho sea de paso); no escatimó en fotos con miembros del gobierno de La Libertad Avanza y faltó a la cumbre de las centrales obreras con los mandatarios provinciales encuadrados en el PJ. Los que pensaban que el fin de este episodio iba a ser distinto, definitivamente no la vieron.

Desde que asumió, Jaldo ha elegido deliberadamente atenuar los costos que paga para gobernar. Y para ello prefirió pagar costos con los dirigentes y no con la gente. Lo hizo  con  desvinculaciones contractuales del personal estatal, achicando dependencias y organismos y podando partidas presupuestarias. Antes que Javier Milei encendiera la motosierra, el mandatario provincial ya había despejado las afiladas tijeras para hacer un considerable recorte provincial. Algo que de la misma manera hizo la intendenta capitalina, Rossana Chahla, a fuerza de despidos, ajustes y readecuaciones presupuestarias. Es que la aceptación generalizada de la cumbia del “no hay plata” que todos bailan hoy, y el triunfo de Milei (incluso en la provincia) marcan un clima de época con un mensaje fácil de codificar y difícil de ejecutar para quienes tienen responsabilidades gubernamentales.

La conformación del bloque “Independencia”, que de manera innegable implica un debilitamiento del bloque “Unión por la Patria” ofrece a los enojados con el osvaldismo y al manzurismo residual, la posibilidad de adherir a  una  interpretación reduccionista en la cual Jaldo rompe el peronismo y rompe con el peronismo. Pero lo que Jaldo hizo al “tirar del mantel” fue sacarle el respirador al sello de “Unión por la Patria”, nombre del frente con el cual experimentó una dura derrota en el ballotage de hace dos meses.

Pensar que desde el llano y sin liderazgos claros definidos el peronismo nacional puede seguir amalgamado  de la misma manera durante y después de un proceso electoral  que terminó con una derrota contundente es una ingenuidad, porque en el peronismo las derrotas fuerzan un proceso de reconfiguración que siempre se traduce en  atomización y fragmentación primero, y en regeneración después.

A nivel nacional la escisión del bloque UxP y la aparición del bloque “Independencia” aparece como el  posible vaticinio de un nuevo orden de coaliciones parlamentarias en el cual podrán  encontrarse circunstancialmente (y desencontrarse también), tanto la oposición como el oficialismo.  A nivel local, el peronismo tiene fecha  para comenzar su regeneración formal: el febrero próximo, cuando seguramente Jaldo se convertirá en la máxima autoridad del Partido Justicialista Distrito Tucumán.

Probablemente más temprano que tarde, también los nombres de los actuales bloques del oficialismo provincial en la Legislatura y en los Concejos Deliberantes de los municipios, se rebauticen o se reestructuren para  concordar con el bloque que ayer Jaldó bautizó como “Independencia” en el Congreso de la Nación. Así mientras Jaldo se emancipa e institucionaliza en términos partidarios y políticos los puntos de ruptura con su antecesor, continúa reinventándose en estos nuevos tiempos que corren.